La innovadora artista islandesa ofreció la pasada noche 22 de junio en
Santiago de Compostela el único concierto que realizará en España dentro de la
gira de presentación de su octavo álbum de estudio: Biophilia, una pequeña muestra de que el arte está vivo.
Antes de la
cosmogonía…
Hablar de Björk (Reikiavik, 1965), es abrir las puertas a lo inesperado en cuanto a términos de música
se refiere, pero siempre con la confianza de que el talento irá de la mano de
dicha sorpresa. Tras realizar unos tempranos estudios de música
en el conservatorio de la capital islandesa, que le valen el graduado como
pianista a los 15 años y vividas diversas experiencias en varios grupos (Spit and Snot, The Sugarcubes) inicia su
carrera en solitario en 1993 con Debut dentro
de un estilo musical único y fuera de lo común. A este inesperado éxito de
ventas para un artista del panorama alternativo, le siguen una colección de
álbumes que conforman un abanico de lo más heterogéneo y sedicioso, bebiendo de
todo tipo de influencias entre las que sobresalen la electrónica, el jazz, el
pop y la música clásica; con un elemento
constante en todas las producciones: una minuciosa elaboración fruto de su más
profunda pasión, amor a la música. De esta forma, desde el ecléctico Post, sucedido por el mítico y fabuloso Homogenic, pasando por su aporte
cinematográfico y musical con Selmasongs para
Lars Von Trier, el íntimo y
minimalista Vespertine, el transgresor,
vocal y hermosamente reflexivo Medulla, la
colaboración con su compañero sentimental Matthew Barney en Drawing Restraint 9, su rítmico y tribal
Volta, hasta el conceptual y
artístico Biophilia, conforman 18
años de camino en solitario donde se ha ganado la devota pasión y admiración de
una considerable porción del planeta (así como la más radical ignorancia y
recusación de otros).